enero 17, 2011

Rosegarden

Una composición mía hecha con el Rosegarden.

La melodía está bajo la licencia Creative Commons. El texto del vídeo, como es bien conocido, es un fragmento de La Vida es Sueño de Calderón de la Barca.



enero 12, 2011

El día sin coches

A raíz de la discusión que ha generado el artículo anterior (la más larga de la humilde historia de este blog), he reflexionado sobre el día sin coches, otros objetos que emiten una gran cantidad de humo, además de ruido. Se "celebra" cada 22 de septiembre, desde hace algunos años, y su presunto objetivo es fomentar el uso del transporte público y desincentivar el de los automóviles particulares, para reducir la contaminación, ahorrar petróleo y hacer de la ciudad un entorno más agradable.
Sin embargo, el más que deficiente transporte público existente hoy día hace que este día sea el día del caos si se prohíbe la circulación o pase completamente desapercibido en caso contrario.
Me pregunto entonces por qué se sigue celebrando.
¿Será para que todos veamos lo mal que funciona el transporte público? ¿Será para que produzca justo el efecto contrario? ¿Será para que la mayor parte de la población siga pensando que el automóvil es un producto de primera necesidad? ¿Será para que sigan vendiéndose coches y gasolina?

El transporte público no funciona mal porque sea público, funciona mal porque está mal hecho.

enero 07, 2011

La ley antitabaco

Antes de nada, quiero dejar clara mi postura: si esta ley se hubiera sometido a referéndum, mi voto habría sido un rotundo NO.
También quiero recordar, por si este artículo es leído dentro de varios años, que la ley de la que hablo prohíbe fumar en todos los locales públicos cerrados, incluidos bares y restaurantes.
Tras ello, paso a matizar mi postura.

En primer lugar, comprendo perfectamente que haya personas a las que les moleste el humo. Y no sólo que les moleste, sino que les produzca daños en su salud de diversa gravedad. Comprendo que estas personas, desde un punto de vista quizá egoísta o superficial, puedan estar a favor de la ley.
Lo que he dicho parece un argumento aplastante, teniendo en cuenta que fumar no es ninguna necesidad, pero también se podría defender la prohibición de subir de un cierto nivel de ruido en el interior de una discoteca. A mí me molesta mucho que en un bar no se pueda hablar y que cuando uno salga de él, le piten los oídos como si acabara de presenciar un bombardeo. Y la garganta destrozada si he intentado decir algo. No sólo me es molesto, sino que creo daña a mi salud, exactamente de lo que se quejan algunos fumadores pasivos. Por fortuna para mí, existen bares donde esto no ocurre; donde se puede hablar perfectamente y la música no hace daño a los oídos. Pero podría muy bien no ser así, ya que ninguna ley exige a los locales un máximo de nivel de ruido (siempre que esté insonorizado).
Yo, personalmente, si en todos los bares fuera difícil comunicarse por culpa del volumen de la música, seguramente habría dejado de salir hace tiempo, ya que es algo que me resulta, como digo, muy molesto. Pero no habría aplaudido una ley que lo prohíba, aunque egoístamente me pueda alegrar.
Creo que en un local privado (en el sentido de no estatal) y de libre acceso (no hay ninguna obligación ni necesidad de entrar) debería existir una oferta variada y libre, adecuadamente descrita en el exterior (especialmente si se cobra entrada). Se debería advertir al cliente de si se puede fumar, de si la música está muy alta, de si el local está oscuro. El local debería tener unos servicios correctamente equipados y limpios, no debería poder servir licores de baja calidad y tantas y tantas cosas...

Pero la ley no está hecha para proteger los pulmones de nadie. No sé para qué estará hecha, podría aventurar unas cuantas posibles de esas llamadas "conspiranoias", pero, a estas alturas, ¿alguien de verdad se cree que esta ley la han aprobado pensando en nuestra salud? Creo que quien piense eso es tan ingenuo que debe de creerse que los Reyes Magos de Oriente vienen a traerle regalos todos los 6 de Enero. Sea cual sea su verdadero objetivo, la ley es incoherente y cruelmente prohibitiva. Protege el derecho de los no fumadores a no respirar humo en los bares, pero no protege otros derechos que deberían estar a la misma altura. El derecho a no salir sordo o envenenado con metanol de un bar, por poner dos ejemplos. Por tanto, independientemente de su efecto, esta ley es malintencionada.

Como remate, tenemos el hecho de las famosas denuncias. Si se puede denunciar anónimamente a alguien por el simple hecho de encenderse un cigarro, con el consiguiente juicio, molestias, gastos, etc., ¿qué impide a alguien ajustar cuentas con su vecino de abajo con una denuncia falsa? Aunque el denunciado salga airoso y pueda demostrar su inocencia, probablemente el disgusto no lo olvidará en un tiempo. Esta ley es un arma al alcance de cualquiera. Recuerda a la inquisición, recuerda a un estado fascista, saca lo peor de las personas, al darles el poder de encarcelar, o simplemente amargar la vida a quien les cae mal.
Que sí, que no es comparable gasear judíos o quemar brujas con una simple multita por fumar. Pero lo que sí es comparable es la esencia del concepto: el concepto de convertir a un ciudadano cualquiera en policía, sin psicotécnico ni oposiciones.

La ley ha enfrentado a dos colectivos. Ha cercenado la libertad de muchas personas para dársela a otras cuantas de forma arbitraria. Y a allanado el camino de lo que a quien sea le haya dado por planear.

Y porque no quiero criticar sin proponer una alternativa, ahí van dos:
-Obligar a unos cuantos bares y restaurantes a prohibir fumar, a cambio de una subvención. Estos locales serían elegidos de forma más o menos aleatoria, y la idea es que los haya grandes y pequeños, nocturnos y diurnos, de diferentes estilos musicales, etc. Por supuesto, se admitirían voluntarios. Observar la reacción del público y actuar en consecuencia.
-Instalar áreas cerradas de dimensiones proporcionales a la superficie del local, donde se pueda fumar, en todos los locales. Independientemente de su tamaño, en estas zonas no se podrían servir bebidas ni comidas (aunque sí podrían introducirlas los clientes).